El entonces promotor Saulo de Castro Abreu Filho enfrentaría a Márcio Thomaz Bastos en instantes. “Enfrentaré al mejor”, dijo el fiscal. Hace 25 años, por lo tanto, ya era considerado un exponente del derecho penal. En aquella época, los penalistas eran especialistas en los casos de homicidio y muy pocos alumnos se interesaban en el área.
Más tarde, empezaron a producirse los primeros procesos relacionados al sistema financiero nacional. Márcio estuvo en todos los casos importantes y su prestigio aumentó cada vez más, lo cual hizo crecer, de igual forma, el prestigio de la profesión. Fue el gran responsable del cambio en el nivel del derecho penal, que hoy es una de las áreas de mayor interés, atrayendo a decenas de estudiantes.
Respetado por todos sus colegas y reconocido como el mejor, MTB (como le gustaba que lo llamaran) presentó una participación activa durante los momentos más importantes de nuestra historia reciente: luego de presidir la OAB de São Paulo, asumió la Presidencia Nacional de la OAB y comenzó a participar activamente en la Constituyente, luchando, como siempre, por las garantías del ciudadano.
Después fue un personaje destacado durante el impeachment de Fernando Collor. Ligado al PT, fue consejero de los más importantes líderes del partido, pero siempre fue respetado y consultado por los principales nombres de la oposición. Todos querían escucharlo.
Era fanático del trabajo. Decía que cancelaba cualquier cosa en nombre de la aflicción de un cliente. Atendía los sábados, los domingos, a la noche; trabajaba diez horas por día, incluso en los últimos años. Cuando requerido, solía aceptar todas las causas.
Cierta vez, fue requerido para asumir la defensa de un caso polémico, cuyo acusado estaba siendo atacado por los medios. Pensé si debía asumir una batalla a esa altura de su vida: “Las personas han confundido al abogado con el acusado, lo que afecta directamente el derecho a la defensa. Si hay alguien que tiene que asumir soy yo, porque aguanto la golpiza”. Y aguantó.
Era un apasionado por el derecho contradictorio.
Invitado por el presidente Lula, asumió el Ministerio de Justicia. Fue uno de los mejores ministros de la historia. Idealizador de la Reforma del Poder Judicial, fue el responsable de la creación del CNJ (Consejo Nacional de Justicia), la Secretaría del Derecho Económico y el CADE, que comenzaron a actuar como nunca, organizó y calificó a la Policía Federal.
Fue criticado por los abogados cuando llegó la primera ola de operaciones de la Policía Federal. Lo que sucedía era que el mayor abogado del país había colocado toda la capacidad de la Policía Federal a disposición del Estado. El resultado fue que se hizo más difícil el oficio de abogar y el adversario que era frágil se fortaleció.
Fue uno de los fundadores del instituto de Defensa del Derecho a la Defensa, que ayuda a miles de personas humildes a través de diferentes proyectos. Por un capricho de la historia, murió el día de la Conciencia Negra, después de haber defendido con éxito en el Supremo la política de cuotas raciales en las universidades públicas.
Como si no bastara, poseía una increíble intuición, incluso para escoger personas para trabajar con él. La mayoría de sus pasantes hoy se destacan en la abogacía. Cuando estuvo en el Ministerio, formó un nuevo equipo compuesto por jóvenes que ahora ocupan cargos importantes.
A pesar de ser su admirador, tan solo lo conocí en 2007 y, obviamente, quería estar cerca suyo para aprender con él. Nos hicimos amigos cercanos a pesar de la diferencia de edad. Fue mi mejor compañero y conviví con un hombre brillante. Se sentirá su ausencia en la nueva generación de abogados. Era especial su atención con los más jóvenes, pues nos aconsejaba con una humildad increíble.
La abogacía pierde a su mayor referente de Brasil, una de sus mejores cabezas. No será posible sustituirlo, pero es plenamente posible constatar que su pasaje por esta Tierra no fue en vano. Dejó marcas que no serán olvidadas. Su legado constatará en la historia.