Con el aumento de la criminalidad, en especial del crimen organizado, la delación es un valioso medio de prueba, pues propicia revelaciones que sólo un miembro de la organización podría hacer y, de esta manera, favorece el procesamiento y la condena de criminales peligrosos.
No por eso, cabe recordar, la palabra del delator debe ser considerada como verdad absoluta. Por el contrario, la delación debe ser confirmada por otras pruebas a lo largo del proceso, bajo el tamiz de la ambigüedad.
La delación se ha utilizado cada vez más, no obstante sus resultados, hasta el momento, son apenas razonables. Esto porque el ordenamiento carece de reglas que regulan la forma en que la delación deba ser negociada, formalizada e investigada.Por ejemplo, no hay nada que impida que el juez participe de las negociaciones. El magistrado debe ser imparcial, correspondiéndole analizar si el contenido de la delación se deriva en un decreto condenatorio y el grado de beneficio merecido por el delator.
SECRETA
De la misma manera, no se ha establecido en qué momento la delación debe surgir en los actos, ni si el contenido se deberá exponer en su totalidad. Aunque la delación deje de ser secreta, nuestras autoridades insisten en ocultar la totalidad del testimonio, bajo el argumento de que no se debe exponer al delator.
Ahora bien, si la delación libera a un criminal de la prisión, es necesario que sus palabras sean puestas en confortamiento, especialmente para asegurarse de que sean verdaderas.
En caso de riesgo de la integridad física, el Estado debe tomar medidas para impedir que usted sufra una agresión, sin restringir, sin embargo, un debate importante sobre un tema que generara graves consecuencias para las partes implicadas.